lunes, 27 de febrero de 2012

Mujeres de Febrero

Por: El Jilguero
Fuente Ministerio de la Mujer
Homenaje a las mujeres de la Independencia Nacional



(I)

María Baltasara De los Reyes

Otra digna y eminente patriota, bien puede ser llamada la primera mujer soldado de la República, pues estuvo presente fusil en mano, la noche gloriosa del 27 de febrero. La poetisa Josefa Perdomo la considera la primera de las mujeres de febrero.

Durante el transcurso de la conspiración, María Baltasara había colaborado con entusiasmo a la causa de la Independencia participando en las actividades de "La Filantrópica". Cuando Duarte tuvo que esconderse de la persecución de las autoridades haitianas encontró un refugio seguro en la casa de esta mujer. Fue tanta su discreción   que ni aun la misma familia de Duarte sabía dónde estaba escondido.

Astutamente María Baltasara había sugerido su propio hogar por que se encontraba justo frente a los Duarte. Nadie buscaría a Duarte tan cerca de su propia casa. Pero allí estaba él, y detrás de una celosía podía diariamente ver a su familia sin que ellos se dieran cuenta. María Baltasara no descubrió el secreto sino hasta después de la salida de Duarte hacia el exterior.

Los Trinitarios no tenían a menos la condición femenina que incluían a las mujeres en sus planes para crear la nueva nacionalidad, así que llegado el momento de arriesgar sus vidas, no le negaron a éstas la oportunidad de compartir los riesgos militares y con ello, la gloria de participar, armas en mano, en la hora suprema de la acción patriótica.

El día del levantamiento de febrero esta mujer acudió a la cita con la historia, y armada de un fusil, estuvo en la noche del 27 de febrero y la madrugada del 28, de guardia en el Fuerte del Ángulo e hizo varias incursiones hacia el río.

De manera que cuando salió el primer sol sobre una República Dominicana independiente encima de los muros de un fuerte de la ciudad de Santo Domingo estaba una mujer haciendo guardia. Ella fue la precursora de otras, que en el devenir de nuestra historia, acompañarían a los hombres dominicanos en tantos hechos de armas.


Josefa Antonia Pérez De la Paz (Chepita)

Madre de Juan Isidro Pérez, uno de los nueve Trinitarios, doña Chepa fue la primera "Comunicada" de La Trinitaria, organización política que se fundó en su casa de la calle Arzobispo Nouel un 16 de julio de 1838.  

Al convocar a la primera reunión de la Sociedad Secreta "La Trinitaria", los conspiradores pidieron a doña Chepita, quien vivía frente a la Iglesia del Carmen, prestar su casa para celebrar el encuentro. Era imperativo evitar llamar la atención de las autoridades haitianas, así que los Trinitarios decidieron aprovechar la festividad Del Carmen para la fundación de "La Trinitaria" y el juramento de sus nueve miembros. Mientras deliberaban, doña Chepita vigilaba la calle, convirtiéndose de esta manera en la primera de las que se llamaron "Comunicadas" de La Trinitaria.

Asumió todos los riesgos que implicaba esa colaboración con la primera organización política de la República Dominicana, con lo que aportó una valiosa cuota al proceso de la historia de nuestra independencia.


Ana Valverde (1798-1864)

Nació en santiago de los Caballeros, en 1798. Destacada febrerista, ella y su familia se opusieron a la ocupación haitiana prestando notables servicios al movimiento independentista de 1844.

Inmediatamente después de la proclamación del 27 de febrero, como se esperaba un ataque haitiano, esta valiente mujer se dedicó a recabar fondos para reconstruir los muros de la ciudad de Santo Domingo.

Cuando Pedro Santana tomó el poder, fue expulsada del país, murió en Santo Domingo el 20 de noviembre de 1864.


María Trinidad Sánchez (1784-1845)  

Primera víctima del crimen político en la historia republicana, es la más elevada expresión del liderazgo femenino en su época.

Hija de Fernando Sánchez e Isidora Ramona, perteneció al grupo de febreristas que lucharon por la Independencia Nacional. Junto a Concepción Bona, sus manos confeccionaron la primera bandera dominicana.

Fiel seguidora del pensamiento y acción de Duarte, participó activamente en todo el proceso que culminó el 27 de febrero de 1844, momento decisivo en el que transportó pólvora en sus propias faldas y elaboró muchos de los cartuchos que utilizaron los Trinitarios esa noche.

Al rebelarse las intenciones anexionistas del General Pedro Santana, se integró a los movimientos conspiradores que surgieron para derrocarlo. María Trinidad alojó en su casa a los disidentes del General Santana y organizó y orientó la conspiración de 1845.

Intentando por todos los medios legales que los defensores de la independencia pudieran volver al país, el movimiento conspirativo entre civiles y militares tenía por plan un cambio de gobierno, dejando a Pedro Santana con plenos poderes para que éste ordenara el regreso de los patriotas para luego derrocarlo.

Al descubrirse la insurrección, María Trinidad fue una de las primeras personas apresadas. Única conocedora del escondiste de su sobrino, Francisco del Rosario Sánchez, a quien le llevaba las comunicaciones que le enviaban, jamás lo reveló. Junto a otros conjurados fue juzgada por un Consejo de Guerra que les condenó al fusilamiento. El dictamen del Tribunal dice textualmente, que fueron condenados "como autores instrumentales de la conspiración considerados hasta el momento, y por haberse negado obstinadamente la primera (María Trinidad Sánchez) a confesar (es decir, a delatar) los principales".

Estas palabras dejan ver la entereza de carácter de esta mujer, ya que en los interrogatorios se le ofrecía la gracia de la vida si denunciaba a sus compañeros de conjura, pero esta heroica mujer prefirió callar y enfrentarse al pelotón de fusilamiento antes que traicionarlos.

El 27 de febrero de 1845, al cumplirse el primer aniversario de la fundación de la República, se ejecutó la sentencia. María Trinidad caminó desde la fortaleza Ozama hasta el cementerio, donde sería fusilada, y al pasar por la Puerta del Conde exclamó: "Dios mío, cúmplase en mi tu voluntad y sálvese la República" 

Su muerte fue producto de la fidelidad a los intereses de la soberanía nacional.


Juana Saltitopa (¿ / 1860)

Su verdadero nombre era Juana de la Merced Trinidad. Nacida en la Vega, residía en Santiago en los días de la fundación de la República. Su carácter decidido e independiente se contagió con el ardor bélico de aquél momento, en que se desempolvaban armas antiguas y se recolectaban machetes para enfrentar al ejercito haitiano.

Llegadas las tropas a La Vega, entre las que figuraba la gente del Jamo capitaneadas por Marcos Trinidad, Juana pariente suya, se presentó al cuartel con la decisión de participar en la esperada lucha como soldado.

En la batalla del 30 de marzo, ocupó su lugar entre los combatientes rompiendo las tradiciones de la época. En 1852 vivió en Santo Domingo, con sueldo de grado de coronel (por los que muchos la llamaron "la coronela") que más tarde le fue suprimido, mandándola de nuevo al Cibao.

Usaba como arma un machete y vestía con ropas masculinas y en Santiago y La Vega se hacía acompañar de dos mujeres como edecanes. Según algunos era atractiva y de estatura mediana.

Murió asesinada en las afueras de Santiago, camino de Marilópez, cuando regresaba de La Vega en el año 1860.


Concepción Bona (1824-1901)

Nació en la ciudad de Santo Domingo el día 6 de diciembre de 1824. Desde joven dio muestras de amor a la patria y se mantuvo en todo momento al tanto de todos los acontecimientos independentistas. 

Confeccionó la primera bandera dominicana, la misma que ondeó airosa en el asta del Baluarte la noche del 27 de febrero.

Con apenas 19 años en 1844 era una ferviente admiradora de los Trinitarios y decidida duartista. Vivía frente al Baluarte del Conde junto con su prima María de Jesús Pina y junto a ésta había preparado la bandera siguiendo los lineamientos trazados por Duarte. La noche del 27 de Febrero, en el momento sublime de la proclamación de nuestra independencia cruzó hasta el Baluarte, acompañó a los patriotas y pudo apreciar con orgullo, cómo flotaba al viento de la libertad el paño simbólico de la República naciente.

Su padre, temeroso de los riesgos y peligros que su hija corría, fue a buscarla; y al negarse ésta a abandonar  a sus compañeros se la llevó amarrada, dejándola así durante varios días en su hogar.

Toda su vida, esta heroína dominicana la puso al servicio de los ideales redentoristas de Juan Pablo Duarte, y su aliento, más de una vez, sirvió para levantar el ánimo abatido de un joven dominicano. 


Manuela Diez Jiménez (1786-1858)

Madre de Juan Pablo Duarte, esta mujer jugó un importante papel político en los sucesos que condujeron a la proclamación de la República en febrero de 1844.

Nació en el Seybo el 26 de junio de 1786 y habiéndose casado con Juan José Duarte emigró a Puerto Rico en 1801 a causa de la invasión de Toussaint Louverture.

Alimentó y apoyó la formación intelectual de sus hijos e hijas, así como las ideas políticas que originarían el nacimiento de la Sociedad Secreta La Trinitaria. Padeció con entereza la persecución y los allanamientos en su hogar, mientras el hijo permanecía oculto durante el proceso de conspiración que le expulsara del país.

Ya en 1843, debió asumir sola la jefatura de un hogar en conflicto por la represión del gobierno haitiano, al quedar viuda en noviembre de ese año; para entonces, Juan Pablo Duarte se encontraba exiliado en el extranjero. A solicitud de éste, Manuela accedió a poner al servicio de la causa patriótica los bienes familiares recién heredados del padre, lo que demuestra la firmeza de sus ideales patrióticos y su entrega a la causa.

El momento más jubiloso de Manuela fue cuando ya independizada la patria, recibió en su casa a Juan Pablo Duarte de regreso del exilio. En aquella ocasión aceptó el reclamo de Sánchez de que, no obstante el luto reciente, se abrieran las puertas de la casa, repleta de gente, y se colocara una bandera en la ventana.

Manuela Diez vio su familia y su cotidianidad permanentemente afectadas por las actividades políticas que al seno de ella se desarrollaban, no como una simple madre que accede a ser solidaria con sus hijos e hijas, sino como activa militante de los ideales que había contribuido a sembrar en el seno del grupo Trinitario.

Murió en el exilio en Caracas, Venezuela, el 31 de diciembre de 1858.


Rosa Duarte (1821-1888)

Hermana de Juan Pablo, nació en Santo Domingo, en 1821. Como todos los hijos de doña Manuela Diez, estuvo imbuida por un gran fervor patriótico. Miembra y colaboradora activa de la Sociedad Secreta "La Trinitaria"; tuvo una destacada e importante participación en los preparativos de la proclamación de la República el 27 de febrero de 1844.

Sus apuntes, aporte de incalculable valor para nuestro país, son considerados por Emilio Rodríguez Demorizi como "el Nuevo Testamento" de nuestra historia, ya que a través de este documento se han podido conocer los detalles de aquellos años de conspiración y de trabajo por la liberación de la patria. En ellos dice: "Dios me ha conservado la facultad de pensar y recordar y también me ha concedido el sagrado derecho de protestar contra los traidores a la Patria".

Aportó a la causa liberadora apoyando las actividades de los Trinitarios y de la sociedad La Filantrópica. Junto a sus amigas, participó en las obras teatrales que se presentaban en el edificio de la Cárcel Vieja, situado al lado del Palacio de Borgellá, frente al Parque Colón, desde la que se creaba conciencia sobre la causa independentista.

Estas representaciones, en adición de mantener levantado el espíritu público, servían también para obtener recursos con los cuales comprar municiones, cubrir los gastos de los emisarios que se enviarían a desempeñar misiones a distintas parte del país.

En los preparativos para la proclamación de la independencia, Rosa Duarte fabricó junto con otras mujeres gran cantidad de las balas que utilizó el movimiento.

En 1845, un año después de proclamada la independencia, fue deportada junto a su madre y hermanas (os) . Muerto su hermano Juan Pablo, quiso regresar al país, pero aunque en 1883 el Estado Dominicano ofreció facilidades para el retorno de la familia Duarte, su hermano Manuel se negó a regresar a aquella tierra de la cual habían sido expulsados (as) sin ningún miramiento.

Aún así, Rosa se mantuvo animando a los y las patriotas de aquellos días que visitaban constantemente su casa en Caracas, a que siguieran en el empeño de adelantar el país.

Junto a su hermana Francisca confeccionó en seda una bandera dominicana que enviaron al Ayuntamiento de la Ciudad de Santo Domingo. Murió en Venezuela en 1888.



santoscuevasj@hotmail.com